miércoles, 27 de enero de 2016

Camila

Camila
 
​Pues si patrón, como le comentaba endenantes, aquí ya llevo quince años trabajando y diez yo solito, luego que mi Lupita se fue pa´l cielo por el púrpura que le dio. Vaya asté a saber dónde lo pescó, los doctores creen que uno de los turistas que vienen por aquí la contagió.
A mí me tuvieron aquí encerrado noventa días hasta cerciorarse que no lo había pescado también. De vez en cuando me dejaban de comer ahí en la reja donde asté se registró. Si no hubiera sido por la Camila capaz y me muero de hambre.
¿La Camila? Es la viborita que estaba conmigo cuando llegó su merced. Esa mera, sólo que cuando hay otra gente corre a esconderse en las piedras, pero es buena persona, a naiden le hace daño.
Un día me traía una liebre, otro un tejón y hasta pájaros grandes me llegó a traer, pues ya los limpiaba, los asaba y de ahí comíamos los dos.
La gente del INAH anduvo primero muy activa por aquí, cuando vieron lo del púrpura todos corrieron como venados. Casi habían terminado, así que me dejaron de labor mantener a raya las yerbas para que no se jueran a comer otra vez a las pirámides.
Y ansina andaba yo duro y duro con el machete. Un día que estaba dura la canícula, me senté en la sombra bajo aquel laurel, chiquitiando el agua que de vez en cuando me traían los del INAH. En esas estaba cuando se acerca la Camila y me pregunta:
─ ¿Y ora, por qué tas tan triste?   
─Pus, como no ─le dije—.
─Ya casi es un mes y los del INAH no me han traído de comer y se me está acabando el agua.
─Sonso, eso te pasa por darles tu agua al papalotl y al chupamirto. Deja que bajen a la barranca ellos tienen alas, tú no.
─No pus, ya los acostumbré y en cuanto me meto al cuarto me siguen pá que les de su agüita y si no les pongo su azuquitar hasta se enojan.
─Se ve que te hace falta la Lupe, esa si nos traía a todos cortitos, con ella ni quien se acercara por aquí. Deja, voy a ver que encuentro pa´ que comas.
Y ahí tiene patrón que se mete al matorral de ahí abajo donde comienza la barranca, yo seguí limpiando la pirámide con mi machete. No pasó mucho rato cuando llega la Camila arrastrando un conejito, apenas sí podía con él.
─Ya te traje de comer, solo tienes que arreglarlo, yo regreso al rato.
Pesqué al conejo de las orejas, le quité la piel y también la hiel, lo asé en ese bracerito que ve usted ahí, y le puse sal pa´ que me durara. Me lo estaba comiendo cuando regresó Camila y le convidé del conejo. Dijo que estaba salado y cuando le dije por qué, me contestó que ni me preocupara, que ella me iba a traer la comida todos los días, así que no hacía falta tanta sal.
Ora que asté llegó me acababa de traer esta palomita, déjeme que la prepare y le convido si no trae usted carrera.
¿Papalotl? Esas son las maripositas que ve asté revolotear entre la maleza, y el chupamirto es ese que la gente le dice colebrí. Me dio la risa su cara que puso asté cuando vio como me siguieron adentro del cuarto. Ellos fueron mis primeros amigos cuando me quedé solo. Pa´ mí que la Camila les tiene celo, pero no les hace nada.
No patrón, Camila habla Castilla como asté y yo. Desde el primer día nos entendemos muy bien y ansina creo que gracias a ella no he perdido razón. No crea, es muy entendida y sabe que cuando hay turistas ella no puede salir porque esa gente  le tiene miedo. Yo no sé  por qué, pues la Camila hasta duerme conmigo en mi cuarto cuando aquí pega mucho el frío y sólo así no siento la helada.
Si patrón, cuando quiera véngase con más tiempo y se queda con nosotros a compartir los frijolitos, el agua y lo que nos traiga la Camila. Ya verá que todos los animalitos de por aquí son de buen corazón.
Y no se le olvide traer las fotos para que todos las podamos ver. Seguro le van a encantar a la Camila.
 
Octavio Gutiérrez
FES Acatlán. Noviembre del 2015
 
 
 

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