miércoles, 27 de enero de 2016

Panic Trap

Panic trap

Estaba solo con las cinco computadoras  a su cargo. Hacía varios meses que había solicitado a la Dirección de la empresa que le cambiaran el ordenador central que controlaba a todas las computadoras de la red interna,  encargada de procesar toda la información de la empresa. 
El ordenador era lo que los técnicos llamaban de última generación, sólo que, la maldita máquina causaba más problemas que beneficios. Hubo desfile de especialistas, intentaron todo, no conseguían hallar el error principal, todo vano: mes tras mes se presentaba el mensaje Panic trap love song, nadie desconocía la fatalidad atrás de las palabras Panic trap, lo  desconcertante para todo el mundo era  Love Song ,  ningún comando o instrucción conocida figuraba en los manuales.
Los responsables de la fábrica de las computadoras, cuando no pudieron corregir el error enviaron cinco  más pequeñas con las que se podía sustituir a la emproblemada.
A partir de esa fecha, se dio a la tarea de pasar toda la información a los nuevos procesadores. Cuando por fin lo logró, ingresó una solicitud a la dirección de la empresa para que le permitieran conservar el ordenador anterior con el que deseaba desarrollar sus programas y como herramienta didáctica para los nuevos colaboradores.
Esa noche, contraviniendo los consejos de su médico, decidió quedarse para tratar de enlazar entre sí las cinco computadoras nuevas, leyó los manuales y percibió que eso era posible. Sin embargo, cuando revisaba los teclados se percató que en el borde de cada tecla aparecía una nota musical y el manual indicaba que  oprimiendo al unísono las teclas de función y la correspondiente a la letra M, el teclado se convertía en un teclado musical igual al suyo,  con cual practicaba su música favorita en casa. El asunto le agradó y decidió  explotar todas las posibilidades de esas maravillas.
Después de varias horas, logró conectar no sólo los cinco ordenadores a su cargo; también toda la red de la empresa, incluida la música ambiental bajada de internet, se sentó a tomar la quinta taza de café y sonrió satisfecho de su ingenio y habilidad.
̶ Ya verán mañana todos como va a funcionar esta chulada. .̶ dijo.
Se sentía terriblemente cansado, pero anhelaba probar todas las conexiones por última vez, a pesar de un fuerte dolor en su brazo izquierdo, mismo que asumió se le quitaría en cuanto se fuera a descansar.
Uno a uno siguió los pasos establecidos para que su arreglo funcionara y cuando sólo faltaba una tecla por oprimir se detuvo, se sintió extrañamente excitado, su respiración se aceleraba cada vez más: le pareció ver que las pantallas de las seis computadoras a su alrededor subían y bajaban rítmicamente la intensidad luminosa, y de las bocinas se podía escuchar un suave murmullo más parecido a un gemido de placer que a la música que él había 

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elegido como fondo para acompañar la rutina diaria; dio un último sorbo a su café, y  finalmente pulsó la tecla que haría funcionar todo el sistema.
Su emoción no tenía límites: de las seis pantallas emergían mil resplandores de todos colores que le provocaban una excitación cada vez mayor y su sorpresa fue enorme cuando luego de oprimir juntas las teclas “Función y M”  de cada una de las seis máquinas,  de sus bocinas emergió un concierto maravilloso de acordes que poco a poco crecía en intensidad y belleza. Sintió incluso como si se le fuera la respiración y el dolor del brazo le invadiera poco a poco  también su tórax.
A partir de ese momento una suave laxitud invadió su cuerpo hasta hacerlo sentir que su peso se convertía en nada y lentamente comenzaba a flotar dentro de la sala de cómputo y las formas de sus piernas, brazos, cabeza y manos danzaban sin su consentimiento al ritmo de la música cósmica emanada de sus queridas máquinas.
Conforme aquel concierto mágico parecía alcanzar el clímax, observó como de cada una de las pantallas salían mujeres, cada una más bella que la otra, se le unían en su etérea danza, lo incitaban a libar de copas cristalinas las mieles de un amor  jamás imaginado. Ya no pudo contenerse llegó a la cima del placer con un paroxismo enloquecedor. Y luego, ¡el silencio!  Poco a poco sintió como entraba en un sueño profundo en donde todos los recuerdos gratos de su vida acudían en tropel proporcionándole una felicidad infinita.
Cuando despertó, abrió lentamente los ojos y notó que seguía suspendido en el aire en tanto que debajo de él, dos camilleros  recogían su cuerpo inerte ante los ojos llorosos de sus ayudantes y,  envuelto en un sudario blanco, lo conducían hacia una ambulancia del forense.
Las seis pantallas de sus queridas máquinas seguían encendidas con un último mensaje: Panic trap love song. En ellas,  no había quedado ni un solo dato almacenado.
                                                                       
Naucalpan,  abril 2011.

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