Vuelo de Pájaros
Georgina Medina
Aquí estoy en la cama recostada, tratando de amarrar el sueño, de meterlo a la fuerza en mis ojos, en mis pensamientos para dormirlos un rato.
Las sábanas, suaves, me cubren, deslizando sus dedos de seda, poco a poco se me pegan a la piel, juego con ellas.
Sin permiso de nadie nos abrazamos, cómplices nocturnas entre sueños.
Me distrae un sonido, un aleteo, salgo de entre las sábanas, despeinada, ¡oh! nuestra intimidad es observada desde la ventana por un hombre alto, alto, viste de rojo y ámbar.
Cada noche, cerca de la madrugada, llega esa ráfaga de ganas, correr, respirar con fuerza, salir volando por la ventana. Tras el cristal, la luz de luna se asoma entre las ramas del liquidámbar, mueve sus brazos con elegancia.
Un sonido de aleteo de pájaros sale de entre sus brazos, se escucha como cascada. Veo en él a un corpulento y bien vestido caballero, que abre su saco para dejar salir volando con dinamismo a todos los pájaros en él guardados.
Giran volando como un tornado las faldas del saco, abiertas, hileras de hojas se balancean en enérgico movimiento, hojas de cinco dedos, acompasadas en cadencia de vals con giros y reverencias.
El hombre árbol se yergue hasta el cielo, su tronco gomoso lo sujeta con flexible fuerza, así es que se mueve seguro y con destreza.
Un viento fresco me limpia la cara, entra desde la ventana con aromas a tierra, a humedad naciente.
La tierra en sus confines guarda tesoros, y en el firmamento las chicas del guiño guardan los secretos de los sueños, los que viven gritando ahogados en las entrañas húmedas y en las telarañas luminosas del cielo.
El hombre del saco de pájaros sigue dirigiendo el vuelo, igual que el director alarga su mano para agitar la batuta, marcar el compás de las entradas y salidas "con fuoco" e " in crescendo".
¡Ah!, què bien se respira, el sereno, entra por mi nariz, lo aspiro hasta el cerebro que quiere beberse al viento.
Respiro al ritmo del vals de pájaros, giran mis pensamientos, como la bandada que huye de entre las hojas, aletea con fuerza, sin ningún remordimiento que limite su vuelo.
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